Te he estado observando. Me he escondido entre la hierba, agazapada, con toda mi atención centrada en ti, conteniendo la respiración y sin pestañear ni una sola vez. Me pregunto si me has visto; a veces pienso que nunca me ves, que no eres capaz de verme, bien por una particularidad orgánica de tu ser o por falta de interés.
Al final de la calle, hacia el norte, hay un parque. O, más bien, un intento de parque. Es lo que los políticos y demás cerebros de —nuestra Señora— la Administración del siglo XXI entienden por “zona verde”.
Craso error. Seguiste avanzando por ese camino y, con el último paso, se te ha caído un pie. Decidiste dedicar tu vida a la búsqueda de la Verdad (sí, con mayúscula, qué pedante eres cuando quieres), solo para encontrar la única verdad universal que existe: el mundo no entiende de Verdad —y nosotros no entendemos del mundo, por cierto—. Es esta una verdad suicida, asesina, negadora de la realidad de sí misma.
Did I tell you there is a worldwide pandemic? I go out on the street and nobody talks. This city has never been so quiet. I encounter only a handful of people on my way to get groceries. Some look at me, some look away.
Se me ha hecho un nudo en el estómago. He mandado llamar a un marinero de mi ciudad y me ha dicho que nunca había visto nada parecido. En mi ciudad no hay playa pero está llena de marineros que pasan el día haciendo barcos de papel para navegar en el río que ya no trae agua.
Desde que te fuiste no hago más que quejarme.
Desde que llegaste a mi vida no hago más que quejarme.
Desde que nací no hago más que quejarme.
She was silent for days. Each day, one year of atonement for having believed in him. After the first hours passed, another figure emerged slowly from her. Same hair, same face, same hands. However, there was something off, a heaviness that wasn’t natural… as if a gram of her actually weighted two; as if, instead of blood, there was oil running through her veins.